¡Si podemos!

(Extracto del discurso de Barack Obama dado
el 8 de Enero de 2008 en Nashua, New Hamshire).

Bien, en primer lugar quiero felicitar a la senadora Clinton por esta reñida victoria aquí en New Hampshire. Ha hecho un trabajo excelente. ¡Démosle un gran aplauso!

Miren, hace sólo unas semanas nadie imaginaba que conseguiríamos lo que hemos logrado esta noche en New Hampshire. Nadie podía imaginarlo.

La mayor parte de la campaña hemos ido muy por detrás. Siempre supimos que nuestra cuesta sería empinada, pero las cifras dicen que han hablado: quieren el cambio. Con su voz y su voto han dejado claro que en este momento en estas elecciones, algo está sucediendo en América.

Algo está sucediendo cuando los hombres y mujeres, en Des Moines y Davenport, en Lebanon y Concord, salen a pesar de la nieve de enero, a esperan largas colas, de cuadras tras cuadras, porque creen en lo que puede llegar a ser este país. Algo está sucediendo.

Algo está sucediendo cuando los jóvenes estadounidenses de edad y de espíritu que nunca han participado en la política, generan cifras que nunca habíamos visto, porque están convencidos en su corazón de que esta vez debe ser diferente.

Algo está sucediendo cuando las personas no votan sólo por un partido al que pertenecen, sino por las esperanzas que tienen en común. Y tanto si somos ricos o pobres; blancos o negros, latinos o asiáticos, tanto si procedemos de Iowa o New Hampshire, de Nevada o de South Carolina, nosotros estamos listos para llevar a este país en una nueva dirección. Eso es lo que está sucediendo en América justo ahora. El cambio es lo que está sucediendo en América.
Ustedes, todos los que están aquí está noche, todos los que han puesto tanta alma y corazón (empeño y esfuerzo) en esta campaña; ustedes pueden ser la nueva mayoría que saque a esta nación de un largo periodo de política oscura. Demócratas, independientes y republicanos, cansados de la división y el ruido que han enturbiado Washington. Que saben que podemos discrepar sin ser crispadores. Que comprenden que si movilizamos nuestras voces contra el dinero y las influencias que obstaculizan el camino nos proponemos alcanzar algo mejor, no habrá un sólo problema que no podamos resolver, no habrá un destino que no podamos alcanzar.
Nuestra nueva mayoría podrá acabar con la barbaridad de un sistema de salud prohibitivo e inalcanzable. Podemos reunir a médicos y pacientes, trabajadores y empresas, demócratas republicanos. Y les diremos a la industria farmacéutica y a las aseguradoras que cuando se sienten a la mesa a negociar no será para comprar todas las sillas. No esta vez, no ahora.
Nuestra nueva mayoría podrá acabar con las rebajas fiscales a las empresas que se llevan el empleo fuera del país, y rebajar los impuestos a los trabajadores que se lo ganan. Podemos dejar de llevar a nuestros hijos a escuelas con pasillos que se caen a trozos y empezar a llevarlos al camino del éxito. Podemos dejar de hablar de lo importante que son los profesores empezar a recompensar su importancia con mejores sueldos y más apoyo. ¡Podemos hacerlo con nuestra nueva mayoría!
Podemos aprovechar la voluntad de los granjeros, de los científicos, los ciudadanos los empresarios, de liberar esta nación de la tiranía del petróleo y salvar al planeta de un punto sin retorno.
Y cuando sea presidente de los Estados Unidos acabaremos con la guerra en Iraq traeremos las tropas a casa, acabaremos el trabajo contra Al Qaeda en Afganistán. Cuidaremos a nuestros veteranos de guerra. Repararemos nuestra imagen en el resto del mundo. Y no utilizaremos el 9-11 para lograr votos a través del miedo, porque no debe ser una táctica para ganar elecciones, sino un desafío que debe unir a América y al mundo contra las amenazas comunes del siglo XXI: el terrorismo y las armas nucleares, el cambio climático y la pobreza, el genocidio y las enfermedades.
Todos los candidatos compartimos estas metas,
Todos los candidatos tenemos buenas ideas,
Y todos somos patriotas que servimos al país con honor.

Pero la razón por la que nuestra campaña es diferente, la razón por la que empezamos este viaje incierto, hace casi un año, no es lo que haré como presidente. Sino también es lo que ustedes, las personas que aman este país, los ciudadanos de los Estados Unidos de América pueden hacer para cambiarlo. ¡De eso se tratan estas elecciones!

Por eso esta noche es de ustedes, de los organizadores, de los voluntarios del equipo que cree en este viaje que ha animado a tantos otros a unirse a la causa. Sabemos que la batalla que se avecina será larga, pero recordemos siempre que no importa qué obstáculos se interpongan en nuestro camino.

Nada puede frenar el poder de millones de voces que piden el cambio. Un coro de cínicos nos han dicho que no podemos hacerlo, pero se hará más ruidoso en las semanas y meses por venir. Nos han pedido que nos detengamos a ver la realidad, nos han advertido de que estamos ofreciendo falsas esperanzas al pueblo de esta nación.

Pero en la sorprendente historia de América nunca ha habido falsedad en la esperanza.
Cuando nos hemos enfrentado a lo que parecía imposible, cuando nos ha dicho que no estábamos listos, que no deberíamos intentarlo o que no podríamos hacerlo, que somos una generación de americanos que no podemos responder a un simple credo que es el espíritu de las personas: ¡Si podemos!, ¡Si podemos! ¡Si podemos!
(¡Si podemos!, ¡Si podemos! ¡Si podemos!)

Era una idea plasmada en los documentos originales que marcaron el destino de una nación:
¡Si podemos!
Fue susurrado por esclavos y abolicionistas mientras forjaban el camino a la libertad a través de las noches más oscuras. ¡Si podemos!
Lo cantaron los inmigrantes que llegaron de costas lejanas y pioneros que se abrieron camino hacia el Oeste por el implacable desierto. ¡Si podemos!
Fue la llamada de los obreros para organizarse, de las mujeres pelando por sus derechos de votar, de un presidente que eligió la luna como la nueva frontera, y de un rey que nos llevó a la cima de la montaña y que nos guió para señalarnos el camino a la tierra prometida.
¡Si podemos la justicia y la igualdad!
¡Si podemos a las oportunidades y la prosperidad!
¡Si podemos sanar esta nación!
¡Si podemos reparar este mundo!
¡Si podemos!

Y mañana, cuando llevemos la campaña hacia el sur y el oeste, cuando veamos que la situación de los tejedores de Spartanburg, no es muy distinta a la de los que friegan en Las Vegas, que los sueños de la pequeña niña que va a una escuela en ruinas en Dillon, son los mismos que los del niño que crece aprendiendo en las calles de Los Ángeles.
Recordaremos que algo está sucediendo en América; que no estamos tan divididos como dicen nuestros políticos. Que somos un mismo pueblo, que somos una nación y juntos comenzaremos el próximo gran capítulo de la historia americana con tres palabras que sonarán de costa a costa, de un océano a otro:
¡Si podemos!

¡Gracias New Hampshire!