Este fue el momento en que todo comenzó.

(Extracto del discurso de Barack Obama dado
el 3 de Enero de 2008 en Iowa).

Se dijo que el día de hoy nunca llegaría. Se dijo que apuntábamos demasiado alto. Se dijo que este país estaba demasiado dividido; demasiado desilusionado para unirse algún día en torno a un objetivo común. Pero esta noche de enero, en este momento decisivo de la historia, ustedes han hecho lo que los cínicos dijeron que no podríamos hacer.

Han hecho lo que el estado de New Hampshire puede hacer en cinco días. Han hecho lo que América (Estados Unidos) puede hacer en este año nuevo 2008. En las colas que daban la vuelta a las escuelas y las iglesias, en los pequeños pueblos y en las grandes ciudades, se congregaron juntos demócratas, republicanos e independientes para ponerse de pie y decir que somos una sola nación, un solo pueblo y nuestro momento de cambiar ha llegado.
Dijeron que había llegado el momento de superar la mezquindad y el resentimiento y la ira que han consumido Washington; de poner fin a la estrategia política que se ha basado en la división y pasar a basarla en la adición, de construir una coalición para el cambio que se extiende por los estados rojos y los estados azules.
Porque así es como vamos a ganar en noviembre, y así es como vamos a cumplir por fin los retos a los que nos enfrentamos como nación.
Elegimos la esperanza en lugar del miedo. Elegimos la unidad en lugar de la división y transmitiremos un mensaje decidido: “Está llegando el cambio a América”.
Ustedes han dicho que ha llegado el momento de advertir a los grupos de presión que creen que su dinero y su influencia ahogarán nuestras voces que no son los dueños del gobierno, nosotros lo somos y estamos aquí para recuperarlo.
Ha llegado la hora de un presidente que hable con honradez de las opciones y los retos que tenemos ante nosotros; que los escuche y que aprenda de ustedes, incluso cuando no estemos de acuerdo; que no se limite a decirles lo que quieren oír, sino lo que deben saber.
Y en New Hampshire, si me dan la misma oportunidad que Iowa me dio esta noche, yo seré ese presidente para América (Obama, Obama, Obama), ¡Gracias!
Seré el presidente que logré por fin una atención de la salud asequible y disponible para todos los americanos de la misma forma en que amplié la atención de salud en Illinois, reuniendo juntos a demócratas y republicanos para poner manos a la obra.
Seré un presidente que acabe con las desgravaciones fiscales para las empresas que se llevan nuestros puestos de trabajo al extranjero y rebaje los impuestos a la clase media para poner ese dinero en los bolsillos de los trabajadores norteamericanos que lo merecen.
Seré un presidente que aproveche el ingenio de los agricultores, los científicos y los empresarios para liberar esta nación de la tiranía del petróleo de una vez por todas.
Y seré un presidente que termine con la guerra en Irak y por fin traiga a nuestros soldados a casa, que restablezca nuestra posición moral, que entienda que el 9-11 (11 de septiembre de 2001) no es un medio de infundir temor para lograr votos, sino un desafío que debe unir a América y al mundo contra las amenazas comunes del siglo XXI; las amenazas comunes del terrorismo y las armas nucleares, el cambio climático y la pobreza, el genocidio y las enfermedades.
Esta noche estamos un paso más cerca de esa visión de América (los Estados Unidos) porque gracias a lo que ustedes han hecho aquí, en Iowa. Por eso quisiera dar las gracias, especialmente a los organizadores y los jefes de circunscripción, los voluntarios y al equipo (de colaboradores) que hicieron posible todo esto. Y ya que me he puesto a agradecer creo que tiene sentido para mí dárselas al amor de mi vida, la base de la familia Obama, siempre ahí a lo largo de la campaña, gracias a Michelle Obama.
que no lo hicieron por mí. Lo hicieron porque creen profundamente en la idea más americana de todas, de qué ante perspectivas imposibles, las personas que aman este país pueden hacer que cambie. Yo lo sé… lo sé porque, aunque esta noche esté aquí, no olvido que mi viaje comenzó en las calles de Chicago haciendo lo que tantos de ustedes han hecho para esta campaña y todas las campañas en Iowa: organizar, trabajar y luchar para que la vida de las personas sea un poquito mejor.
lo difícil que es. Supone falta de sueño, poca remuneración y muchos sacrificios. Hay días decepcionantes, pero a veces, sólo a veces, hay noches como ésta… una noche que dentro de algunos años, cuando hayamos hecho los cambios en los que creemos, cuando las familias puedan permitirse ir al médico, cuando nuestros hijos –Malia y Sasha y los hijos de ustedes– hereden un planeta un poco más limpio y seguro, cuando el mundo vea a América de otra manera y los americanos se vean así mismos como una nación menos dividida y más unida, entonces podrán volver la vista atrás con orgullo y decir que éste fue el momento en que todo comenzó.
Éste fue el momento en que lo improbable venció a lo que Washington siempre decía que era inevitable. Éste fue el momento en que echamos abajo las barreras que nos habían dividido durante demasiado tiempo, cuando congregamos a personas de todos los partidos y todas las edades en torno a una causa común, cuando por fin dimos a los americanos que nunca participaron en la política un motivo para decidirse a participar.
Éste fue el momento en que por fin derrotamos a la política del miedo, de la duda y del cinismo, la política en que nos derribamos unos a otros en lugar de levantar a este país. ¡Éste fue el momento!
Dentro de unos años podrán volver la vista atrás y decir que éste fue el momento, éste fue el lugar en que América recordó lo que significa tener esperanza. Durante muchos meses se han reído de nosotros, nos han ridiculizado, incluso por hablar de esperanza. Pero siempre supimos que la esperanza no es optimismo ciego. No es ignorar la enormidad de la tarea que tenemos por delante ni de los escollos que se interponen en nuestro camino. No es quedarse al margen o zafarse de las peleas. La esperanza es aquello que desde nuestro interior insiste, pese a todos los indicios en contra, en que nos espera algo mejor si tenemos el coraje de intentar alcanzarlo, de trabajar por ello y de luchar por ello.
La esperanza es lo que vi en los ojos de esa chica de Cedar Rapids que trabaja de noche después de todo un día en la universidad y ni así logra pagar los cuidados médicos de su hermana enferma, una chica que sigue creyendo que este país le brindará la oportunidad de hacer realidad sus sueños.
La esperanza es lo que oí en la voz de esa mujer de New Hampshire que me dijo que no podía respirar desde que su sobrino se fue a Iraq, que todavía se acuesta cada noche rezando para que regrese sano y salvo.
La esperanza es lo que llevó a un grupo de colonos a sublevarse contra un imperio, lo que llevó a la más grande de las generaciones a liberar un continente y sanar una nación, lo que llevó a jóvenes, mujeres y hombres a sentarse en comedores que les estaban prohibidos y desafiar las mangueras contra los incendios y recorrer Selma y Montgomery por causa de la libertad.
¡Esperanza! La esperanza es lo que me ha traído hoy aquí, con un padre de Kenia y una madre de Kansas y una historia que sólo podría en los Estados Unidos de América.
La esperanza es el fundamento de ésta nación, la convicción de que nadie escribiría nuestro destino por nosotros, sino que nosotros lo escribiremos, todos los hombres y mujeres que no se resignan a tomar el mundo tal como es, que tienen el valor de rehacer el mundo como debería ser.
Eso es lo que hemos empezado aquí en Iowa, y ése es el mensaje que ahora podemos llevar a New Hampshire y otros lugares, el mismo mensaje que teníamos cuando nos iba bien y cuando nos iba mal, el mensaje que puede cambiar este país, ladrillo a ladrillo, cuadra a cuadra, mano curtida a mano curtida, juntas las personas comunes pueden hacer cosas extraordinarias, porque no somos una reunión de estados rojos y estados azules, somos los Estados unidos de América y en este momento , en estas elecciones, estamos dispuestos a creer de nuevo.
¡Gracias Iowa!